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Periodo Cretácico

Periodo Cretácico

El periodo Cretácico es la última de las tres partes en las que se divide la era Mesozoica. Abarca desde el final del periodo Jurásico (hace 145,5 ± 4,0 millones de años) hasta el principio del Paleoceno (hace 65,5 ± 0,3 millones de años). Es el más largo de los periodos geológicos y constituye casi la mitad del Mesozoico. El final del Cretácico define el límite entre las eras Mesozoica y Cenozoica.

Durante el Cretácico, el supercontinente de Pangea completó su división en los continentes actuales, aunque sus posiciones diferían radicalmente de las que presenta hoy en día. La apertura del Océano Atlántico que comenzó en el Jurásico dio lugar a importantes orogenias y al surgimiento de cadenas montañosas en Norteamérica.

Aunque Gondwana permanecía intacta a comienzos del Cretácico, durante este periodo se desgajaron Australia, la Antártida y América del Sur. El resto del antiguo continente estaba constituido por África, además de un bloque del que terminaron separándose, unidas, la India y Madagascar.

Todos estos movimientos provocaron el surgimiento de grandes cadenas montañosas submarinas y la elevación del nivel del mar, fenómeno conocido como transgresión. En su punto culminante, aproximadamente la tercera parte de las actuales zonas continentales estaban sumergidas.

Durante el Cretácico se depositaron más calizas que en ningún otro periodo del eón Fanerozoico. Esto se debió a un enriquecimiento en calcio de los océanos, junto a una mayor diversidad de formas de vida que disponían de este calcio para formar sus esqueletos, principalmente nanoplacton.

El clima fue muy cálido durante el Cretácico. No había hielo en los polos. Por tanto, el nivel de los océanos era muy superior al actual, y grandes zonas de corteza continental estaban cubiertos por mares someros.

El Mar de Tethys conectaba los dos grandes océanos de este a oeste, contribuyendo a mantener estable el clima global. Fósiles de plantas y animales propios de climas templados han sido encontrados cerca de los lugares en los que se encontraban entonces los polos.

En conjunto, la temperatura del planeta no fue superior a la de los periodos Jurásico o Triásico, pero sin embargo las diferencias de temperatura desde el ecuador a los polos fueron mucho menores. Como consecuencia, los vientos también debieron ser muy débiles, contribuyendo a que los mares fuesen tranquilos, lo que se evidencia en las formas de sedimentación.

Las plantas angiospermas se difundieron ampliamente durante este periodo, aunque no llegaron a ser predomiantes hasta el final del mismo. Muchos de los tipos de árboles que existen en la actualidad tienen sus orígenes en el Cretácico.

En la Tierra, los mamíferos continuaron siendo un componente menor de la fauna, que seguía dominada por los dinosaurios, que alcanzaron ahora su mayor diversidad y se caracterizó por la presencia de grandes dinosaurios, incluyendo los saurópodos como el Argentinosaurus  y los terópodos como el Tyrannosaurus rex, el Velociraptor y el Deinonychus. La diversificación de los insectos seguramente guarda una estrecha relación con la expansión de las angiospermas.

En el mar, pueden ser encontrados muchos tipos modernos de peces, incluyendo tiburones similares a los de los mares actuales. Sin embargo, los mayores seres vivos que los pueblan son reptiles tales como ictiosauros o mosasaurios.

Los ammonites siguen en pleno apogeo, apareciendo la mayoría de las variedades heteromorfas, caracterizadas por el desenrollamiento de la concha.